Dieciochenos

Dieciochenos valencianos, desde Felipe III a Carlos III el Pretendiente.


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Ceca de Valencia (I)

Lámina perteneciente al libro de F. Mateu y Llopis “La ceca de Valencia y las acuñaciones de los siglos XIII al XIX” (1929)

Se trata de un fragmento de un grabado de 1738, realizado por la imprenta de Antonio Bordázar de Artazu, del plano de la ciudad de Valencia realizado por el padre Tosca en 1704. Una maqueta a escala del mismo puede ser visto actualmente en el MuVIM.

En posteriores entradas en el blog, se trataran aspectos de la ceca de Valencia tales como su primera ubicación, cargos, procesos de acuñación de los dieciochenos, etc.

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Felipe III – Busto diferente

Además de las acuñaciones habituales de dieciochenos, existen un par de series «especiales» de gran rareza.

Una de ellas es la acuñada bajo el reinado de Felipe III, y que presenta la marca de valor 1-8 en el anverso, y otra todavía más rara, acuñada bajo el mismo reinado, que presenta un anverso completamente diferente en lo referido al estilo en comparación con los anversos habituales.

Esta entrada tratará sobre esta segunda serie, ya que hace poco se subastó uno de los escasos ejemplares que se conocen.

Las fechas que se conocen de esta serie son 1616, 1619, 1620, 1624 y 1640.

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(Aureo 27/9/2012, lote 545).

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(Martí Hervera & Soler y Llach 5/5/2016, lote 305)

La gran rareza de estas monedas, junto a su único estilo del busto de anverso (no se conocen variantes del mismo) sugieren pensar que se trató de una corta serie de acuñaciones, con reversos de fechas anteriores, realizada posiblemente en 1640, a falta de conocerse algún dieciocheno con fecha posterior.

Copia de Aureo 1-6-2010 lote 205, 420 euros

(Aureo 1/6/2010, lote 205)


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Aloiss Heiss – Descripción general de las monedas hispano-cristianas desde la invasión de los árabes

Como comentaba en la entrada acerca del libro de Mateu y Llopis «La ceca de Valencia y las acuñaciones valencianas de los siglos XIII al XIX», poca era la bibliografía disponible para el estudio de los dieciochenos hasta comienzos del siglo XX, cuando apareció el mencionado libro.

Anteriormente, la obra de consulta más importante, era esta de Heiss, sobre la cual va a tratar esta entrada.

Aloiss Heiss fue un numismático francés, nacido en París el 8 de enero de 1820, y que residió en España, aproximadamente, desde 1855 a 1867, ya que ostentaba un importante cargo en la construcción del ferrocarril Valencia-Tarragona.

El primer volumen de la «Descripción general de las monedas hispano-cristianas desde la invasión de los árabes» fue publicado en 1865.

En 1867 se publicó el segundo volumen, en el que aparece la época en la que fueron acuñados los dieciochenos.

Para el estudio de estas monedas, Heiss se basó en los dieciochenos que formaban parte de su propia colección, junto a algunos ejemplares pertenecientes a la famosa colección del banquero barcelonés Manuel Vidal Quadras y Ramón (1818-1894), que en aquel momento era una de las colecciones más importantes en España, y actualmente está dispersa.

A continuación, se muestran las páginas con las descripciones de los dieciochenos conocidos en la época, junto a las láminas  con dibujos de las monedas.

1 2

3 4

5 6

Heiss 1   Heiss 2

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Bibliografía:

Heiss, A. “Descripción general de las monedas Hispano-cristianas desde la invasión de los árabes”. Tomo II. 1867. (Digitalizado por Google, puede verse aquí. A partir de la página 186 comienzan las acuñaciones valencianas. Láminas no incluidas.)

Blog «El maravedí». Un manuscrito de Aloiss Heiss. Septiembre 2014.

Beltrán Villagrasa, Pío: «La partición de los reinos de Alfonso VII, según los documentos y las monedas que se conocen». Nvmisma 48-53 (1961). Pag. 19. 

htt://www.familiavidalquadras.com/wordpress/docs/Monedas.pdf


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F. Mateu y Llopis – La ceca de Valencia y las acuñaciones valencianas de los siglos XIII al XIX

Durante el siglo XIX, pocas eran las fuentes bibliográficas existentes acerca de la numismática valenciana, siendo la más famosa de ellas la obra de Aloïs Heiss, Descripción de las monedas hispano cristianas desde la invasión de los árabes, en su tomo II, publicado en 1867, en el que aparecían las acuñaciones valencianas.

Ningún estudio destacable hubo más hasta mediados de la década de 1920, cuando Felipe Mateu y Llopis comenzó con su tesis para el doctorado en Letras, cuyo tema trataba sobre la ceca de Valencia.

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La tarea comenzó en mayo de 1925 cuando el médico-paleógrafo José Rodrigo Pertegás puso en contacto a Mateu y Llopis con el coleccionista Miguel Martí Esteve, propietario de importantes colecciones de pinturas, esculturas, cerámicas, etc. para que este pudiera estudiar la parte de la colección de monedas.

Otra persona influyente en este trabajo fue su profesor, Manuel Gómez Moreno, quién aceptó patrocinarlo en abril de 1925, y puso a su disposición los fondos del Museo Arqueológico Nacional.

Además, pudo estudiar los fondos documentales existentes del Archivo del Reino de Valencia (donde se encontraban los papeles de la Ceca), del Archivo Municipal, del Histórico Nacional y otros.

La tesis fue leída en la Universidad Central de Madrid el 13 de febrero de 1926, obteniendo la calificación de Sobresaliente.

El libro, llamado finalmente «La ceca de Valencia y las acuñaciones de los siglos XIII al XIX» fue publicado en septiembre de 1929 sin la abundante documentación que había conseguido reunir el autor, ya que el coste de la publicación corrió a cargo del mismo.

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En cuanto a lo referente a los dieciochenos, en este libro se presentan algunos más que en la obra de Heiss, pero arrastra algunos errores que cometió el otro autor, como algunas fechas inexistentes hasta la fecha.

Sobre ese tema, se puede consultar la entrada que le dediqué en este blog:

Fechas inexistentes

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Bibliografía: 

Mateu y Llopis, Felipe. La moneda de los Reinos de Valencia y Mallorca, Nvmisma 147-149 (1977), pp. 123-148.

Mateu y Llopis, Felipe. “La Ceca de Valencia y las acuñaciones valencianas de los siglos XIII al XVIII”. 1929.


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El «Novenet»

El medio real o novenet era un divisor del real de plata valenciano. Tenía un valor de nueve dineros, es decir, la mitad que un dieciocheno.

La primera disposición que se conoce para la acuñación de novenets está fechada el 15 de agosto de 1610, cuando por Real Privilegio de Felipe III, se autorizó la acuñación de 100.000 libras de plata en forma de reals valencians (que eran los doblones), dihuytens o dieciochenos y novenets o medios dihuytens.

Hay dieciochenos de esta fecha, con el peso teórico para ser considerados como tal, que suelen ser (mal) clasificados como novenets.

Suele ser en los casos en los que el módulo de la moneda es más reducido de lo habitual.

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En agosto de 1614, a petición de los Jurados de Valencia, se concedió la licencia para acuñar 150.000 libras en dieciochenos y medios reales.

Debido a la escasez de moneda en 1617, la ciudad de Valencia debía ser autorizada de nuevo para la acuñación de monedas, pidiéndosele al rey que la cantidad fuese de 300.000 libras de plata a repartir en monedas de 3 y 6 sueldos, dieciochenos y medios reales, pero solo le fueron concedidas, y por dos años, 150.000 libras.

En 1622, el rey concedió otra autorización para batir moneda de plata, y entre 1623 y 1624 salieron de la Ceca grandes cantidades de dieciochenos y medios reales.

Durante el reinado de Carlos II, en 1682, se intentó modernizar el método de la acuñación de las monedas de plata, utilizando para ello el método de acuñación con rodillos, siendo este poco exitoso y retomándose la tradicional a martillo.

Estas nuevas acuñaciones de 1682, con el método tradicional, presentan dos tipos de variantes, una que lleva la marca de valor en el anverso, a los lados de busto del rey, y otra que no.

Esta última suele ser también confundida con un novenet por el detalle de no tener la marca de valor.

A pesar de ello, ambos tipos de variantes presentan el peso teórico para ser considerados dieciochenos.

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1682

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Bibliografía:

Tormo Ferriols, Francisco. «Una ocultación de la Guerra de Sucesión de la calle Fos (Valencia). Tesoros monetarios de Valencia y su entorno. Pags. 299-312. 2005.

Mateu y Llopis, Felipe. «La Ceca de Valencia y las acuñaciones valencianas de los siglos XIII al XVIII». 1929.

Mateu y Llopis, Felipe. “El Dieciocheno. Notas y documentos sobre un valor monetario del Reino de Valencia durante Felipe III y Felipe IV (1598-1665)”. Nvmisma 8, nº33, pp. 22-71. 1958.

Sendra, J. A. “Las acuñaciones de plata en Valencia durante el reinado de Carlos II”. ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA. Diputación de Valencia, 2008.


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Fechas inexistentes

Tres siglos después de haber finalizado la acuñación de dieciochenos, todavía falta por encontrar ejemplares fechados en años en los que teóricamente hubo emisiones.

En el libro de Mateu y Llopis sobre las monedas de la ceca de Valencia, del año 1929, se daba un listado con las fechas en las que se habían acuñado dieciochenos. En el, se le asignaba un número de catálogo a piezas conocidas documentalmente, aunque no se hubieran encontrado todavía. Por esta razón, en algunos catálogos comerciales de numismática, aparecen referenciadas monedas que no se han encontrado nunca, dando lugar a confusiones.

Posteriormente, en 1944, Mateu y Llopis dio a conocer en un artículo de la serie de «Hallazgos Monetarios» el dieciocheno de 1619 con marca de valor en anverso, perteneciente a la serie de monedas con esta particularidad. Tal moneda fue hallada en el comercio por el coleccionista Juan Cullell Playá, quién se la ofreció a Mateu y Llopis.

M. Crusafont publicó por primera vez, en 1977, el dieciocheno de 1699, al que Mateu y Llopis había asignado el nº 395 en su libro en base a la documentación encontrada.

El mismo ejemplar que estudió M. Crusafont puede verse en esta entrada del blog:

https://dieciochenos.wordpress.com/2012/08/13/carlos-ii-1699/

Años después, en 1980, el mismo autor dio a conocer los dieciochenos de 1681 y 1691. En el caso del dieciocheno de 1681, confirmaba la hipótesis de que las primeras acuñaciones de Carlos II comenzaron siendo a martillo, en lugar de las acuñaciones a molinillo conocidas y su posterior fundición para volver a ser acuñadas con el método tradicional. Aun siendo publicado por primera vez por M. Crusafont, Mateu y Llopis ya daba referencia en 1958 de un ejemplar conservado en el Museo Arqueológico Diocesano de Lérida. También en 1958, el mismo autor nombraba un ejemplar de 1691 que se hallaba en la Cámara de Comptos de Pamplona.

Estas han sido algunas de las incorporaciones al monetario valenciano de las cuales se tiene referencia. Veamos ahora algunas de las fechas que todavía falta por encontrar un primer ejemplar que confirme su existencia:

1645: No se conocen más datos.

1659: Mateu y Llopis únicamente cita que fue la última fecha de la que se tiene referencia de las acuñaciones de Felipe IV, siendo este dato copiado de lo publicado por Heiss en 1865. No se conocen más datos.

1685: En el catálogo de la colección Ordóñez, con el número 564, aparecía un ejemplar de este año, siendo estudiado por Mateu y Llopis, pero del cual no hay más datos ni una imagen que lo confirme.

1694: Se acuñaron 303 marcos de plata (34.845 monedas).

1695: Mateu y Llopis da referencia a un ejemplar perteneciente a la colección Vidal-Quadras, de Barcelona. Para este año se acuñaron 57.373 marcos (6.597.895 monedas).

1696: Se acuñaron 24.744 marcos (2.845.560 monedas).

1697: Heiss publica un ejemplar dibujado de esta fecha, conservado en la Biblioteca Nacional, en Madrid, y con una leyenda diferente a la habitual. Acerca de este dibujo puede verse la entrada publicada en este mismo blog (https://dieciochenos.wordpress.com/2013/10/21/carlos-ii-1697-error-de-interpretacion-o-realidad/). Se acuñaron 816 marcos (93.840 monedas).

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Bibliografía:

Mateu y Llopis, F. «La ceca de Valencia y las acuñaciones valencianas de los siglos XIII al XIX». Valencia, 1929.

Mateu y Llopis, F. “El Dieciocheno. Notas y documentos sobre un valor monetario del Reino de Valencia durante Felipe III y Felipe IV (1598-1665)”. Nvmisma 8, nº33, pp. 22-71. (1958).

Mateu y Llopis, F. «La situación monetaria en el Reino de Valencia durante Felipe IV y Carlos II (1621-1700). Notas y documentos». Nvmisma nº35, pp. 33-62. (1958).

Mateu y Llopis. F. Hallazgos Monetarios (III). Empuries, nº 6. 1944.

Crusafont, M. “Diner inèdit de l’Arxiduc Carles i altres novetats de la numismàtica valenciana dels segles XVII i XVIII”. Acta Numismática, VII, p. 239-246. 1977.

Crusafont, M. “Regne de València: Quatre peces inèdites (Carles I-Carles II) i presentació del diner de l’Arxiduc contramarcat amb C-3 coronat”. Gaceta Numismática, 57, p. 30-31. 1980.

Sendra, J. A. “Las acuñaciones de plata en Valencia durante el reinado de Carlos II”. ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA. Diputación de Valencia, 2008.

Heiss, A. “Descripción general de las monedas Hispano-cristianas desde la invasión de los árabes”. Tomo II, Lámina 102, nº 5., 1962.


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Variante del dieciocheno de 1610 entre puntos

Una de las variantes más raras de los dieciochenos con fecha de 1610, es la que presenta una serie de puntos a los lados del busto del anverso.

En los catálogos y artículos en los que es mencionada esta variante, aparece clasificada con un reverso de cuatro barras y tres palos, ya que es habitual que en las emisiones más raras, las monedas compartan cuños tanto de anverso como de reverso.

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(Petit, R. Nuestras monedas. Las cecas valencianas. 1981. núm. 291) (Foto de JDVZ)

Se conoce también otra variante, la cual lleva un reverso de tres barras y dos palos, publicada en esta otra entrada del blog:

https://dieciochenos.wordpress.com/2013/07/04/felipe-iii-1610-busto-entre-puntos/

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(Heiss, A. “Descripción general de las monedas Hispano-cristianas desde la invasión de los árabes”. Tomo II, Lámina 101, nº 2., 1962.)

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Además, existe una reproducción de un dieciocheno (https://dieciochenos.wordpress.com/2012/11/02/felipe-iii-1610-falsificacion-moderna/), que también lleva esta variante.

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Bibliografía:

-Petit, R. Nuestras monedas. Las cecas valencianas. 1981.

-Sendra, J.A. “Los dieciochenos valencianos con fecha 1610. Tipologías y propuesta de atribución cronológica”. XVI Congreso Nacional de Numismática, Madrid 2011, p. 974.

-Heiss, A. “Descripción general de las monedas Hispano-cristianas desde la invasión de los árabes”. Tomo II, Lámina 101, nº 2., 1962.


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Fraudes monetarios en el siglo XVII

El dieciocheno fue, en tiempos de su circulación, una moneda propensa a cometer sobre ella varios tipos de fraude y tropelías, principalmente el cercenamiento de las monedas y la falsificación. Los coleccionistas de estas monedas solemos ver con frecuencia como aparecen algunas de ellas con un tamaño menor al que deberían tener en realidad, careciendo en casi todas las ocasiones de las leyendas que rodean el busto del rey.

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Esto es debido al cercenamiento o «recorte», procedimiento por el cual la moneda perdía tamaño pero seguía manteniendo su valor intrínseco de 18 dineros de vellón, por lo que la gente que lo realizaba tenía el beneficio de la plata que sacaba de la moneda,  y continuaba teniendo la moneda con el mismo valor. Mateu y Llopis, en su trabajo de 1958 sobre los dieciochenos (1), escribe acerca de un grupo de cercenadores de moneda castellana y sus métodos que actuaba en Cataluña a comienzos del siglo XVII:

«Apenas pareció quedar saldada esta irreparable quiebra que como todas las cosas humanas tienen sus vueltas y mudanzas, la moneda castellana de plata vino a caer súbitamente de su trono, y a que los hombres no hallasen por ella de comer ni vestir, sino por los dinerillos nuevos. Fue la causa desta increíble mudanza, haberse dado en los bosques de Cataluña a cercenarla y quitarle capas de plata con materiales fuertes, y esto tan sin límite, que les vino a faltar a casi todos los reales la metad de su peso, y a llamarse por desprecio reales bosqueros. Este daño le sintieron luego todos los reinos comarcanos con peligro de tumultos populares, y con cesación del comercio, vendiéndose la que era buena, como si fuera mercadería.»

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(Portada y detalle de unos versos relativos al recorte de monedas. Barcelona, 1606.) (Biblioteca de Catalunya, Barcelona) (2)

Pero el principal problema en aquella época era la falsificación de la moneda, cuyo tosco arte en el grabado y descuido en la acuñación a martillo hacía de los dieciochenos unas monedas relativamente fáciles de reproducir. Estas falsificaciones eran realizadas en vellón, a las que finalmente se les daba un baño de plata para que parecieran legítimas.

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(Comparación entre una falsificación de época y dos dieciochenos auténticos. Col. Part.)

El Virrey y Arzobispo de Valencia de 1650 a 1652, Pedro de Urbina y Montoya, promulgó las llamadas «Cridas», que no eran sino llamamientos a la población acerca de algún asunto de interés general. La primera Crida relacionada con la falsificación de moneda se produjo el 28 de marzo de 1651, para reiterar lo que ya había decretado el anterior Virrey de la ciudad, Duarte Fernando Álvarez de Toledo,  poco antes del fin de su mandato en real pragmática:

«Per a manifestar y tallar la moneda de plata falsa o falta de lley que corria de pochs anys a esta part».

Las penas mínimas y escasamente especificadas no disuadieron a la población ni a los falsificadores, por lo que con las Cridas de Pedro de Urbina estas penas serían concretadas y endurecidas.

Primero, en cuanto a los plazos otorgados a los falsificadores para declarar ante las autoridades de la ceca la posesión de este tipo de moneda, de tan solo quince días después de la promulgación de esta disposición:

«Sots pena als que contravindran de perdició de dita moneda aplicadora lo terç als còfrens del tesoro real de sa magestat y lo altre terç al jutge o jutges executadors de dita pena y lo altre terç al aprensor o acusador».

Además de otras penas, pecuniarias e incluso corporales al arbitrio del religioso.

Más comprensivo se mostraría Pedro de Urbina con quienes acudieran a la justicia para declarar este dinero, cuyo valor intrínseco, una vez tasado y fundido, se libraría a su dueño.

Si éste no estuviese de acuerdo con el peritaje, la moneda le sería cortada y devuelta.

Al parecer, estas nuevas medidas no fueron muy efectivas contra los falsificadores, siendo apresados tres de ellos en Segorbe (Castellón) llevando consigo una buena cantidad de plata, quizá para ocultarla o con el objetivo de sacarla del reino. También al monasterio de la Valldigna (Valencia) se le reclamaron otros tantos defraudadores de moneda, que se encontraban allí presos, junto a los utensilios empleados en sus prácticas:

«Per a que sian condignaments punits y castigats y que los motles y demés instruments de dita fabricació y qualsevols procesos contra aquells rebuts vinguen a nostron poder…»

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(Museo de Prehistoria de Valencia)

El destino de muchos de estos defraudadores serían las cárceles reales de la capital, masificadas de prisioneros.

Hacia 1682 el estado de la moneda de plata era insostenible, debido al problema de la falsificación y recorte, hasta el punto de casi motivar un tumulto popular que fue sofocado por el Virrey y el Arzobispo.

Se dieron recompensas a quienes denunciaran a los falsificadores, así como se dispuso que quien tuviera moneda recortada, la entregase en la casa de la Ciudad en donde se tomaría a cambio  de 8 libras 16 sueldos, dando también poco resultado práctico como con las Cridas de Pedro de Urbina.

Por ello se decidió que la única manera de solucionar el problema sería recoger cuanta moneda se pudiera y volverla a fundir para acuñar nuevos reales de plata por el procedimiento del molinillo. Dicho instrumento se trajo de Madrid y se instaló en la ceca; en cuantos a los artífices, vinieron de Barcelona. El 13 de diciembre de 1682 comenzó la fabricación de reales y dobles reales.

El motivo de estas emisiones era debido al perfeccionamiento de la acuñación, pasando a ser monedas completamente redondas, lo que disuadía a los cercenadores de monedas, ya que no encontrarían zonas en la que recortar metal, y a los falsificadores, que encontraban mucha mayor dificultad para tallar los cuños debido al buen arte con el que se grababan estas monedas, lo cual hacía casi imposible su copia para proceder a su falsificación, además de no tener medios para imitar el modelo de acuñación a molinillo.

A pesar de ello, éste método de acuñación no tuvo éxito, volviéndose a recoger los dieciochenos de molinillo para su posterior fundición y acuñación a martillo, con la que se continuaría con las últimas emisiones de 1707.

Aunque fueran tan abundantes las falsificaciones en su época, en la actualidad se conocen muy pocos ejemplares en las colecciones de dieciochenos.

———————————————————————————————————————————————————————————————————————— Bibliografía:

Mateu y Llopis, F. “El Dieciocheno. Notas y documentos sobre un valor monetario del Reino de Valencia durante Felipe III y Felipe IV (1598-1665)”. Nvmisma 8, nº33, pp. 22-71. (1958)(1)

Estrada-Rius, A. «La moneda falsa. De l’antiguitat a l’euro». MNAC, 2010. (2)

Arroyo Ilera, R. “Las monedas valencianas”, 1984.

Callado Estela. E. «El Virreinato del Arzobispo de Valencia Fray Pedro de Urbina (1650-1652). Universidad CEU-Cardenal Herrera. Saitabi: revista de la Facultat de Geografía i História. Nº60-61, 2010-2011, págs. 273-301.

Foro de Numismática Catalana (Numiscat). «Divuite fals de 1650».

 


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Puntos en el anverso (Parte II) / 1640 – 1654

En una entrada anterior (véase Puntos en el anverso (Parte I) / 1610 – 1624) se comentaba acerca de las variantes debido a la aparición de una serie de puntos en el anverso, concretamente a los lados del busto, entre los adornos que lo rodean.

Esta característica se daba en el periodo comprendido entre 1610 y 1624, en los cuales los dieciochenos eran acuñados bajo el reinado de Felipe III.

A partir de 1640, año en el cual se reanudan las acuñaciones, esta vez reinando Felipe IV, se eliminan los adornos del anverso, apareciendo en su lugar la marca de valor 1-8.

Por ello, los puntos aparecen sobre la corona del busto del rey, cabiendo la posibilidad de que sean adornos que remataran las puntas de la corona.

En la siguiente tabla pueden verse los diferentes años comprendidos en este periodo y la cantidad de variantes por puntos que pueden encontrarse en cada uno de ellos:

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Las acuñaciones de dieciochenos del Archiduque Carlos durante la Guerra de Sucesión

A finales del año 1700, murió el rey Carlos II, sin dejar descendencia, dejando como sucesor en su testamento a Felipe de Borbón, que posteriormente sería reconocido como Felipe V, descartando al otro candidato al trono, el Archiduque Carlos.

Felipe de Borbón, francés de nacimiento, tomó posesión de la corona española en 1701. Su abuelo, el rey de Francia Luis XIV, vió en ello la posibilidad de unir en un futuro los dos reinos, por lo que hizo una declaración formal de conservar el derecho de sucesión de Felipe V al trono de Francia.

La unión de los dos reinos beneficiaría a Francia, ya que tomaría el control de las rutas comerciales marítimas con América. Este hecho comenzó a suceder al poco de hacerse Felipe V con el trono de España, hecho que no fue bien visto por las otras potencias marítimas de la época, Inglaterra y Provincias Unidas, las cuales se unieron en alianza para realizar acciones conjuntas contra Francia, y dieron su apoyo al segundo hijo del emperador Leopoldo I, el Archiduque Carlos, para hacerse con el trono de España, siendo coronado en Viena en septiembre de 1703 con el nombre  de Carlos III.

Cuando se conocieron las concesiones de Felipe V a la «Compagnie de Guinée» en la trata de esclavos, junto al reconocimiento por parte de Luis XIV de las aspiraciones de Jacobo III Estuardo al trono de Inglaterra, estas dos potencias promovieron la formación de una coalición antiborbónica, hecho que se culminó en septiembre de 1701 con la firma del Tratado de La Haya, dando lugar al nacimiento de la Gran Alianza, formada por el Imperio, Inglaterra, las Provincias Unidas de los Países Bajos, Prusia y la mayoría de los estados alemanes, declarando la guerra a Luis XIV y Felipe V en 1702. Al año siguiente se unirían a la Gran Alianza el Ducado de Saboya y Portugal.

La guerra se inició en un principio en las fronteras de Francia con los Estados de la Gran Alianza, para pasar posteriormente a España, donde se convirtió en una guerra europea en el interior del país, culminando en una guerra civil entre los partidarios de ambos bandos (la Corona de Aragón, partidaria mayoritariamente del Archiduque, y la Corona de Castilla, de parte de Felipe V).

Al comienzo de la guerra, el Reino de Valencia era partidario de Felipe V, y colaboró en la defensa de la monarquía organizando un tercio de 600 hombres, pero fue mandado a Cádiz a defender la ciudad de los ataques de la flota anglo-holandesa, dejando desguarnecido el reino, lo que propició el triunfo de la insurrección austracista en 1705.

Las causas por las que el Reino de Valencia pasó a apoyar a Carlos III son variadas, por un lado, el temor a que Felipe V, siguiendo la tradición centralista de la monarquía francesa, quisiera acabar con las leyes e instituciones propias, por otra parte, otras versiones señalan un sentimiento antifrancés, producido por conflictos armados entre la Corona de Aragón y Francia desde bastantes años antes y el rechazo por parte de los comerciantes valencianos a la entrada de comerciantes franceses que competían con sus productos. Además, se ofreció la abolición de los derechos feudales si los campesinos se alzaban en favor del Archiduque.

Estos hechos tuvieron su repercusión en la moneda valenciana, cada vez más escasa, por lo que en marzo de 1706, el Archiduque concede autorización a la ciudad de Valencia para la acuñación la 300.000 libras en monedas de plata.

El 14 de septiembre de ese año, se realizó una prueba de acuñación, en la que se obtuvieron 125 piezas por cada marco, lo cual daba una moneda con un valor de 15 dineros. La emisión en esta condiciones era prácticamente imposible, ya que con esa talla, los extranjeros sacarían toda la plata del reino.

Ante esta situación, la Ciudad se dirigió al Archiduque solicitando que fuera permitido rebajar la calidad de la moneda. El 28 de noviembre , el pretendiente dio un decreto que disponía la acuñación de 300.000 libras, pero que el valor intrínseco de cada real fuera de 14 dineros, obteniéndose 133 piezas por marco, en lugar de los 126 que se había establecido en la normativa del 11 de septiembre.

El 2 de diciembre fueron entregadas las 300.000 libras, y el día 12 de ese mismo mes, se recibieron las partidas de panes de plata procedentes de la fundición de «reals de a huit mexicans y peruleros» (reales de a 8 acuñados en Méjico y Perú).

La acuñación se realizó por tanto entre finales de 1706 y marzo de 1707. La emisión de 1706 es muy corta, siendo muy abundante la de 1707.

Los cuños utilizados para estas acuñaciones son mucho mas cuidados que los de Carlos II. El busto del monarca , de frente y coronado, se distingue del de sus precedesores por un tratamiento nuevo dado a su cabellera. Además, a los lados del escudo del reverso, presenta las letras L-L, prueba de la doble lealtad de la ciudad de Valencia a Carlos III.

De la emisión de 1707, existe una variante muy rara que no lleva las letras L-L en el reverso.

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(Col. part.)

760513

(Ex. Cayón 16/5/2012, lote 835)

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(Ex. Aureo, 29/4/2010)

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Bibliografía:

Wikipedia: Guerra de Sucesión Española.

Wikipedia: Guerra de Sucesión Española en el Reino de Valencia.

Arroyo Ilera, R. “Las monedas valencianas”, 1984.